Publicado el 15/07/2025 en Latinoamérica
Ante la reciente amenaza del expresidente Donald Trump de imponer aranceles del 30 % a las importaciones mexicanas si no se refuerza el control fronterizo y la cooperación en seguridad, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ofreció una respuesta tajante: “Nosotros hacemos nuestra parte, pero Estados Unidos también debe asumir sus responsabilidades”.
Desde Palacio Nacional, Sheinbaum explicó que su gobierno ha desplegado más de 10 000 elementos de seguridad en la frontera sur para contener el flujo migratorio y combatir el tráfico de fentanilo. “Estamos actuando con responsabilidad, reforzando nuestras instituciones y cumpliendo nuestros compromisos. Pero no aceptamos amenazas ni presiones unilaterales”, afirmó.
La presidenta dejó claro que la relación bilateral debe basarse en el respeto mutuo y en una colaboración equilibrada. Aseguró que el problema del crimen transnacional, incluyendo el tráfico de drogas y armas, no puede resolverse si Estados Unidos no actúa desde su territorio. “El flujo de armas que llegan a nuestro país desde el norte es una fuente directa de violencia. Eso también debe atenderse”, puntualizó.
En medio de la tensión, ambos gobiernos mantienen abierta una mesa de negociación para alcanzar un nuevo acuerdo de cooperación en materia de seguridad y comercio antes del 1 de agosto, fecha impuesta por Trump como límite para evitar los aranceles. Sin embargo, Sheinbaum fue clara en que no aceptará condiciones que vulneren la soberanía nacional. “México no permitirá tropas extranjeras en su territorio. Eso no está ni estará sobre la mesa”, subrayó.
La reacción de los mercados fue moderada, con una leve depreciación del peso mexicano, lo que refleja una percepción de que aún hay margen para la diplomacia. Analistas económicos señalan que, de concretarse los aranceles, el impacto sería severo para ambos países, especialmente en sectores como el automotriz, el agrícola y el de manufactura.
En Estados Unidos, diversos sectores empresariales, especialmente en los estados fronterizos, han manifestado su rechazo a la idea de una guerra comercial con México. Varios gobernadores y cámaras de comercio han advertido que los aranceles podrían afectar empleos, elevar precios y generar incertidumbre económica.
Mientras tanto, Sheinbaum ha comenzado a fortalecer vínculos con otros socios comerciales para diversificar exportaciones y reducir la dependencia de Estados Unidos, sin dejar de insistir en que la mejor vía es la cooperación regional. “Queremos seguir siendo aliados estratégicos, pero sobre bases de igualdad y dignidad”, reiteró.
Con el reloj corriendo hacia el 1 de agosto, el desenlace de esta disputa marcará el tono de la relación bilateral en los próximos años. México ha dejado claro que no cederá ante presiones, y que su gobierno está dispuesto a dialogar, pero también a defender sus intereses.