Hamilton toca fondo en Ferrari: frustración, autocrítica y dudas sobre su futuro en la Fórmula 1

Lo que empezó como una alianza soñada entre Lewis Hamilton y Ferrari se ha transformado en una tormenta emocional y deportiva que amenaza con convertirse en una de las etapas más complicadas de su legendaria carrera. A solo meses de su llegada al equipo italiano, el siete veces campeón del mundo atraviesa una crisis profunda, tanto en lo técnico como en lo personal.

El rendimiento del británico ha estado muy por debajo de lo esperado. Su eliminación en la Q2 del Gran Premio de Hungría y su posterior duodécima posición en carrera dejaron en evidencia un desajuste preocupante. Mientras su compañero Charles Leclerc brilló con la pole position, Hamilton se mostró desconectado del ritmo del monoplaza y frustrado con su propio desempeño.

Pero lo que más sorprendió fue su reacción. Al finalizar la carrera, se declaró "completamente inútil" y llegó incluso a sugerir que Ferrari debería considerar su reemplazo. Una declaración cargada de autocrítica que encendió las alarmas en todo el paddock y generó especulaciones sobre su estabilidad emocional y motivación.

El monoplaza SF-25 tampoco ha contribuido a su adaptación. Hamilton ha descrito al auto como difícil de entender y muy sensible a los cambios de configuración, lo que ha limitado su confianza al volante. Las debilidades en circuitos de baja velocidad y las fallas en equilibrio general han sido señaladas por el propio piloto como factores que le impiden exprimir su potencial.

Desde la dirección del equipo intentan calmar las aguas. Fred Vasseur insiste en que Hamilton no está desmotivado, sino frustrado, y asegura que su compromiso con Ferrari se mantiene intacto. De hecho, el piloto ha participado activamente en sesiones técnicas en Maranello, apostando a introducir mejoras clave para la segunda mitad del campeonato.

Sin embargo, la presión crece. La afición comienza a dudar, los medios especulan con posibles retiros o rescisión de contrato y las comparaciones con su etapa dorada en Mercedes se vuelven inevitables. Para Hamilton, cada carrera que pasa sin resultados se convierte en una prueba de resiliencia.

A pesar del sombrío panorama, el piloto ha dejado claro que no está dispuesto a rendirse. Confía en una recuperación tras el parón de verano y en que los ajustes mecánicos devolverán la competitividad perdida. En su mente, aún hay margen para la gloria con el Cavallino Rampante.